Las elecciones europeas ponen de manifiesto lo ancladas en el siglo XIX que están nuestras principales instituciones, dirigentes incluidos. Cuando todos los pensadores declaran que ‘más Europa’ es la única salida posible a los problemas que la globalización neoliberal nos provoca, los principales discursos son en clave de estado nación.
De poco sirve que el ‘trilema de Rodrik’ (que define como imposible la conjunción actual de democracia, estado nación y globalización) nos ayude a la comprensión del problema y nos facilite la conclusión de que para mantener las señas de identidad europeas, la democracia y el bienestar, debemos caminar hacia la configuración de una unión política y fiscal. Una unión diferente a los ejemplos conocidos, original y práctica. Los actuales gobernantes sólo se sienten cómodos en la miseria de su rincón. Por eso dedican la campaña a asegurarse su control.