Cuando más del 90% de los ayuntamientos de Cataluña se hayan declarado a favor de celebrar la consulta, las organizaciones sociales pronunciado apoyando a una ley aprobada por más del 80% de los representantes de la ciudadanía e, incluso, Assemblea Nacional y Omnium Cultural congreguen a sus seguidores para arropar el acto, el presidente Mas firmará el decreto de convocatoria. Ni un minuto antes.
Todo este apoyo explícito y representativo de la demanda mayoritaria de poder votar, servirá para demostrar que existe una nación diferente y diferenciada de la que tiene el poder y no quiere perderlo. Un éxito de puesta en escena que evidencia quién lleva la iniciativa y quién va a remolque de las circunstancias, incapaz de ejercer su desproporcionado poder para cambiar esta dinámica.
Aunque la complicidad del PP-PSOE con sus tribunales especiales les garantice una secuencia legal sin sobresaltos (o eso esperan), lo que suceda a partir del sábado parece escrito en tinta evanescente y en reglones difusos. Sea como sea, solo una parte aparece como convencida de saber qué quiere ser y, en palabras de Obama, que “debería poder escoger su futuro”.