La vieja manera de hacer política se resiste a abandonar el escenario institucional. Porque no saben o porque no pueden, nuestros gobernantes mantienen costumbres y actitudes que, a pesar de que hace unos años se admitían con normalidad, ahora son aborrecibles a la vista de un número creciente de ciudadanos.
Ya no se soporta exigir a los periodistas que guarden silencio en la comparecencia del presidente Bauzá y la vicepresidenta Santamaría y que actúen como fotógrafos literarios del encuentro. Una parte importante de la ciudadanía entiende que quien se esconde y no da la cara no les representa. Y este sentimiento irá a más porque ha calado profundamente. Es un mensaje tan claro como trasversal su afianzamiento: para representar a la ciudadanía se debe dar la cara, sin papeles ni guiones pactados.
Bauzá, apareciendo 24 horas después del encuentro con la representante del Gobierno de España para dar su versión de lo acontecido, demuestra que no ha entendido que es la hora del directo y no del diferido. No es creíble, incluso si no mintiera (como nos tiene acostumbrados) y realmente hubiera defendido la voz mayoritaria de los baleares contra las prospecciones petrolíferas. Deberán ensayar cómo no decir nada en directo porque ya casi nadie cree las declaraciones forzadas, diferidas y sobrevenidas.
Lo que debería de cambiar es la forma de hacer periodismo. Esa forma de hacer periodismo que aun os resistís a abandonar. Por que los periodistas no dejáis de ser lo lameculos de esos políticos que también se resisten a cambiar