Cualquiera que haya comerciado con algunos grandes empresarios de nuestra comunidad, le parecería una noticia increíble cobrar de ellos a menos de 90 días. En la selva balear, el más fuerte paga cuando quiere y te hace saber que cobrar es una concesión de su magnanimidad y no un derecho del trabajador, autónomo o proveedor. Repito, excepciones, aparte.
Por esa malsana costumbre, no es catastrófico ni desequilibrante que el Govern pague pasados dos meses, en lugar de a los 30 días que marca la ley (marca, a los débiles) o a los 30 y pocos que pagaba hace solo un año. Que sea asumido, incluso asumible, no significa que no descubra otra mentira de Bauzá (y van…), otra caída de la máscara de buen gestor que él solito pretende colocarse.
Si escarbásemos en el incremento de esa morosidad institucional, descubriríamos que cuando el Govern se acercó a un funcionamiento razonablemente correcto fue porque Montoro nos prestó nuestro propio dinero (con la misma magnanimidad de los que antes he descrito), mientras aumentaba en desmesura nuestra deuda y no había manera de contener el déficit. Como dure mucho la campaña electoral, el la pechera del president no quedará ni una de las medallas que se ha pegado con propia saliva.