Manresa será el primer director de la radiotelevisión pública que genera expectativas en gran parte del espectro político, incluso en el ciudadano; y eso puede ser una pesada losa. Hasta el momento, quienes accedían a la dirección solo debían preocuparse de no molestar a los dirigentes del partido que los nombró; excepción hecha de Antonio Gómez que, en el colmo del cinismo, se controlaba a sí mismo.
Estoy tan seguro de que Andreu hará una IB3 más digna, plural y profesional como de que será criticado, incluso insultado, por aquellos que viven permanente y provincianamente acomplejados.
Por desgracia, empezará su mandato desde menos cero: aún no hemos consensuado qué debe ser el servicio público de los medios y éstos ya están viciados. Deberán hacer camino al andar; y es bueno que sean los profesionales los que lo piloten, visto que ni nuestros exquisitos progresistas son capaces de imaginarlo.