De Bauzá se pueden decir muchas cosas, y pocas agradables, pero siempre se ha mostrado como es. En su mensaje final (supuestamente) a los militantes no se esconde y afirma que presidir el partido es “el máximo honor posible”. Y no miente.
Para la mayoría, el ‘máximo honor posible’ hubiera sido presidir y representar a toda una sociedad de un millón de ciudadanos. Para él, no, y lo demostró cada día de su mandato: menospreciando a los representados, ninguneando a quien le contradecía, aunque le hubiera votado, y mostrándose orgulloso de no poder caminar tranquilo por el país que presidía.
Por eso no dedicó ni un minuto a mostrarse digno presidente de una comunidad que aborrecía sin entenderla. Sin embargo, se agarró a la silla presidencial del PP hasta que desde Madrid le dijeron basta. El PP es un proyecto nacional, Baleares, solo una realidad.